Indiscutiblemente, la tragedia del Maratón de Boston marcó
nuestras vidas para siempre. El 15 de abril de 2013 representa un antes y un
después para aquellos implicados directa o indirectamente en los hechos
cometidos en esta nefasta fecha. Sin embargo, este día también nos demostró la
grandeza del ser humano.
Durante el caos de las explosiones, fuimos testigos en carne
propia, y/o a través de fotos y videos de la valentía, voluntad y corazón de individuos
que, sin pensarlo dos veces, arriesgaron su vida para salvar la de personas
totalmente desconocidas.
Uno de estos “ángeles” o “héroes” o como quiera llamarles,
fue Carlos Arredondo de origen costarricense, quien estaba presenciando la
carrera para darle ánimo al grupo de atletas que corrían por los soldados caídos
en Irak y los que lo hacían para prevenir el suicidio (razones por las cuales
perdió a sus dos hijos). Carlos, vocero y activista por la paz, sin ningún tipo
de entrenamiento médico, se adentró entre escombros y gritos de miedo para
ayudar a un joven que había perdido ambas piernas tras la explosión, a quien
logró salvarle la vida al aplicarle un torniquete y trasladarlo a una
ambulancia.
A su vez, como Carlos, hubo una innumerable cantidad de
personas que demostraron tener un inmenso corazón, colaborando con donaciones
económicas, siendo voluntarios en centros de ayuda y compartiendo su techo con
desconocidos que no tenían donde pasar la noche.
Después de todo, la verdad la dijo el pelotero dominicano de
los Medias Rojas, David Ortiz, durante el primer juego en el Fenway Park tras
la tragedia y captura de los malhechores, señalando con orgullo y sentimiento
“esta es nuestra ciudad… nadie va a dictar nuestra libertad. ¡Manténganse
fuertes!”
- Y gracias por no fumar!
Costarricense Carlos Arredondo. Foto obtenida de google.com |
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